está al noroeste del lago Texcoco, en las tierras altas de México y muy cerca de la actual capital. Pese a la relativa aridez de este territorio, se encuentra bien dotado de agua por tres ríos que desembocan en el lago y que aún en la actualidad son muy usados para irrigar los campos de cultivo.
Economía
La economía teotihuacana se basaba en la agricultura extensiva, especialmente de maíz, porotos y ajíes, que permitió sustentar a una gran cantidad de población urbana. Para esto se construyeron extensos sistemas de RIEGO que incluían la construcción de represas para almacenar agua y la habilitación de las primeras chinampas o islas artificiales utilizadas como áreas d e cultivo. Junto con la producción agrícola, el comercio fue una actividad sustancial para la economía de esta sociedad, accediendo a recursos que se encontraban a gran distancia. La presencia de cerros de origen volcánico en los alrededores del valle permitió a los teotihuacanos explotar materias primas como obsidianas para cuchillos, navajas y puntas de proyectil, así como otras piedras utilizadas para la construcción de edificios o la factura de distintos instrumentos utilitarios.
Arte
La arquitectura logró niveles de perfección asombrosos, no sólo por la orientación astronómica de sus edificios y calles, sino también en sus formas y decorados. Cabezas de piedra empotradas mostrando dioses, columnas llenas de bajorrelieves con diseños simétricos y decoraciones de envergadura monumental, son algunos ejemplos. Se han registrado delicadas máscaras con incrustaciones de piedras semipreciosas o representaciones de animales con características míticas.
Los braseros de piedra con la imagen del dios Huehueteotl (el viejo Dios del Fuego) eran muy comunes y pese a sus líneas esquemáticas, alcanzan gran expresividad. En cerámica también lograron una gran maestría. Destacan especialmente los inciensarios y braseros con tapas profusamente decoradas y pintadas en varios colores. Las representaciones de cabezas de dioses o sacerdotes con enormes tocados son característicos y señalan la perfección adquirida por los maestros alfareros.
Entre las técnicas utilizadas destacan los moldes, el modelado por pastillaje, el inciso y la pintura post-cocción con vivos colores rojos, azules verdes y amarillos. Los teotihuacanos plasmaron todo su entorno en su arte mural, dejando un fiel reflejo de la flora y fauna que les rodeaba, incluyendo animales silvestres e, incluso, insectos.
La religión fue una instancia fundamental en la vida teotihuacana. Sus dioses serán los que posteriormente caracterizarían a la mayor parte de las divinidades mesoamericanas. Es posible distinguir a Tláloc (Dios de la Lluvia), Quetzalcoatl (la Serpiente Emplumada), Xipe Totec (Dios de la Fertilidad), Huehueteotl (el viejo Dios del Fuego), entre otros. Los cultos al sol y la luna están fuertemente representados por las pirámides que hoy llevan sus nombres y que ocuparon puntos centrales en el trazado de la ciudad. Asimismo, había una gran preocupación por el culto al agua, tanto el agua celeste (lluvia) como la terrestre (vertientes, ríos y lagos). Adoraban también a la serpiente, al jaguar y a las aves falcónidas. Los sacerdotes eran representados en figurillas y pinturas cerámicas con tanta frecuencia como lo eran los dioses, quedando clara su importancia en la vida diaria.
Las sepulturas de los personajes de mayor jerarquía social generalmente se hacían en zonas rituales, como templos o pirámides, y eran acompañados de numerosas ofrendas de cerámica, objetos de piedra y, muy comúnmente, de máscaras de piedras semipreciosas.
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